Por qué la tan esperada final de la fase de grupos de la Liga de Campeones no salió como se esperaba
La esperadísima última noche de la renovada fase de grupos de la UEFA Champions League se promocionó como un espectáculo televisivo innovador. Sin embargo, esto también significó que se convirtió en uno de los primeros grandes acontecimientos futbolísticos que casi necesitábamos instrucciones paso a paso para poder entenderlo por completo.
La última noche del nuevo formato de la fase de grupos estuvo llena de goles, lo que hizo que el partido fuera entretenido. Sin embargo, paradójicamente, también generó confusión debido a la gran cantidad de goles marcados. Más importante aún, la importancia de estos goles no siempre estuvo clara de inmediato. En este sentido, el nuevo formato casi funcionó en contra del dramatismo que se suponía que generaría.
Una experiencia televisiva confusa
Como espectáculo televisivo, la final de la fase de grupos no tuvo el resultado que se esperaba. A diferencia de un partido como el Manchester City vs. Club Brugge , donde lo que estaba en juego era claro y fácil de entender, muchos de los partidos dieron lugar a una sobrecarga de información. Los goles se sucedían en varios partidos, pero sin una comprensión clara de cómo impactaban en la clasificación de grupos.
Uno de los aspectos más atractivos del deporte en vivo no es solo la acción, sino también las consecuencias. Si bien es cierto que hubo más “riesgo” en numerosos partidos en comparación con el formato tradicional de la fase de grupos, este impacto se diluyó por la necesidad de consultar tablas y permutaciones para determinar qué significaba cada gol en tiempo real.
Se han hecho comparaciones con la cobertura de la “Zona Roja” de la NFL, pero hay una diferencia clave. La Zona Roja normalmente cubre ocho partidos simultáneamente, mientras que este formato de la Liga de Campeones implicaba que se jugaran 18 partidos al mismo tiempo. El gran volumen de partidos hizo que fuera difícil para los espectadores captar lo que estaba en juego en cada momento e incluso la mitad superior de la tabla tuvo dificultades para encajar perfectamente en una sola pantalla.
En lugar de servir como colofón a las semanas de fútbol de la fase de grupos, la última jornada ejemplificó el mayor problema del formato en sí: mucha acción, pero sin un sentido de importancia inmediatamente reconocible. En esencia, hubo emoción, pero sin el dramatismo que suele realzar estas ocasiones.
¿Qué ha conseguido el nuevo formato?
Después de 144 partidos, ¿qué ha cambiado realmente? Al final, los 16 clubes más ricos avanzaron a las rondas eliminatorias, una consecuencia directa de la ampliación de la red de seguridad al permitir que los 24 mejores equipos avanzaran a los play-offs. Esto, hay que decirlo, coincide con los deseos de los clubes más grandes de Europa, muchos de los cuales presionaban por una Superliga hace apenas unos años.
Incluso la historia más sorprendente de la fase de grupos –los problemas del Manchester City– terminó con el campeón inglés asegurando cómodamente la clasificación en los últimos minutos de su último partido. No hubo tensión climática, ni sensación de que un gigante estuviera al borde de la eliminación.
Así, la Liga de Campeones se ha ampliado a un tamaño sin precedentes, pero los únicos equipos eliminados fueron Dinamo Zagreb, VfB Stuttgart, Shakhtar Donetsk, Bolonia, FK Crvena Zvezda, Sturm Graz, Sparta de Praga, RB Leipzig, Girona, RB Salzburgo, Slovan Bratislava y Young Boys.
Algunos podrían señalar la presencia de clubes alemanes, españoles e italianos entre los equipos eliminados como un signo de imprevisibilidad. Sin embargo, una comparación con la tradicional fase de grupos de la temporada pasada cuenta una historia diferente. En aquel entonces, equipos como el Manchester United, el Newcastle United, el Lens, el Sevilla y el Union Berlin cayeron sin una red de seguridad.
Los play-offs ofrecen un rayo de esperanza
Dicho esto, el nuevo sistema tiene algunas ventajas. La introducción de los play-offs significa que el Manchester City podría enfrentarse ahora al Real Madrid o al Bayern de Múnich. Un encuentro de esa magnitud sin duda servirá como justificación para el cambio de formato y también hay otros beneficios.
Por ejemplo, Aston Villa, Lille y Bayer Leverkusen han superado a clubes más ricos para avanzar directamente a los octavos de final. De manera similar, clubes como Celtic, Brest, PSV Eindhoven, Club Brugge y Feyenoord han asegurado lugares en los play-offs, desafiando las expectativas.
El objetivo no es descartar por completo la nueva estructura de la Liga de Campeones, sino destacar las áreas en las que se podría mejorar. El concepto general sigue teniendo mérito, pero la ejecución podría perfeccionarse para mejorar la experiencia del espectador.
¿Cómo se podría mejorar el formato?
Uno de los problemas más evidentes de la final de la fase de grupos fue la falta de claridad inmediata sobre cómo los goles afectaban a la clasificación. Una solución sencilla sería incorporar más gráficos en pantalla, como actualizaciones en tiempo real que mostraran cómo cambian las posiciones de los equipos con cada gol. Por ejemplo, las flechas verdes o rojas que indican el movimiento en la tabla en vivo ayudarían a los espectadores a comprender al instante el impacto de un gol.
Además, las emisoras podrían centrarse más en los partidos con más en juego, para garantizar que los momentos clave no se pierdan en el caos de 18 juegos simultáneos. Si bien se puede argumentar que la imprevisibilidad y el ritmo rápido aumentan el dramatismo, una mayor estructura haría que la experiencia fuera mucho más atractiva.
El panorama más amplio
En definitiva, estos problemas son nimiedades en el gran esquema de las cosas. Todavía quedan choques importantes en los play-offs, incluido uno en el que el Real Madrid, el Bayern de Múnich o el Manchester City se unirán a la lista de equipos eliminados. Eso será visto como una prueba de que la competencia está funcionando como se esperaba, brindando encuentros de alto riesgo.
Sin embargo, esto sigue siendo una excepción y no la norma. En su mayor parte, los clubes más ricos de Europa han logrado exactamente lo que querían del nuevo formato. La fase de grupos ampliada no necesariamente ha aumentado la competitividad, sino que simplemente ha reforzado el dominio de los clubes de élite.
Ése es, tal vez, el verdadero significado de este formato de Liga de Campeones tan publicitado pero en última instancia defectuoso.